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Tranquilamente, viviendo y de repente ahí estás. Tu forma de andar es distinguible a kilómetros... o al menos para mí. Es como si tus ojos claros brillaran de forma intermitente avisándome de que vas a venir. Andas por ahí con las manos en los bolsillos, como si nada de esto fuera contigo, como si estuvieras dando un paseo por la calle, sonríes. Mierda. Pienso en las cosas que podría hacer para llamar tu atención, pero has cambiado. Cuando me doy cuenta ya estás delante mía y pasas como deslizándote por el asfalto. No importa. Sigues como si esto no fuera contigo... Ahí se va el chico de los "te quiero" de juguete.